Carmen Bolados, Directora Cámara de Comercio de Osorno
No cabe duda que a medida que el tiempo avanza con ello también lo hace todo lo que nos rodea. Esto ha ocurrido con el comercio, la forma de vender y las relaciones humanas durante este proceso que, muchas veces, es subestimado respecto al impacto que puede causar.
En el año 1973 cuando llegué a Osorno, me asocié y colaboré en diversas instituciones, siendo clave para identificar una forma cómoda y acorde de funcionar de acuerdo a mis gustos que estaban principalmente ligados al rubro de la moda, desde una mirada distinta y acogedora.
Los desafíos en dichos años no eran tantos ni tampoco tan exigentes en su forma, sin embargo, aquellos que disfrutábamos de este proceso en torno a vender un producto, vimos una manera distinta de funcionar, priorizando en todo momento las relaciones humanas y sociales.
Todo esto, lamentablemente, en la actualidad se ha perdido poco a poco. Hoy, vemos como los retails y grandes comercios al abarcar gran cantidad de público y compradores han visto como una opción válida realizar este proceso desde una mirada de venta rápida, muchas veces sin una atención personalizada que se preocupe por lo que realmente busca y necesita el comprador.
Desde mi experiencia, a través de lo que conocí en La Serena y Viña del Mar, antes de mudarme a Osorno, y los países que favorablemente logré recorrer, es que como sociedad nos falta aprender a hacer valer nuestra atención, que nos prioricen y que velen por entregarnos una correcta asesoría. Este es uno de los aprendizajes del comercio de antaño que, en mi caso, apliqué y veo como un factor esencial, pues una amena conversación, un diálogo sincero y un saludo fraterno no requiere ninguna inversión.
Considerando todo esto, como Cámara de Comercio de Osorno tenemos el deber de continuar asumiendo desafíos en torno a potenciar el sector comercio y sus pymes, a través de colaboraciones con instituciones públicas y privadas, el incentivo a la comunidad para que trabaje en el comercio local, su identidad, entre otros aspectos, pues son justamente los emprendedores quienes mueven y protagonizan junto a los clientes, un proceso fundamental no sólo para la economía sino que para las necesarias relaciones humanas.